domingo, 24 de julio de 2011

Al encuentro del Padre Cirilo


El jueves día 23 de Junio de 2011, el cuarto de mi estancia en Cuba, es cuando desde la Habana viajo a Trinidad para encontrarme con el Padre Cirilo. Para evitarme situaciones inesperadas, o contratiempos, el día antes había hablado con él por teléfono y le di la gran sorpresa cuando le dije que un alumno suyo, de la Laboral de Córdoba, estaba en Cuba y que quería visitarle para verle, darle un abrazo en mi nombre y en de otros compañeros que le recordaban, así como para saber cómo se encontraba y preguntarle sobre la deriva personal que le había llevado tan lejos, y para entregarle una foto de recuerdo de aquellos años. El entonces me preguntó datos de quien era, le hablé del año de llegada a la Laboral y del hecho de que éramos dos hermanos gemelos, entonces el me dijo: erais de Toledo, verdad? Me quedé impresionado ya que efectivamente esa es mi provincia de origen. La verdad noté alegría cuando al despedirnos me dijo- Muy bien Ángel, te espero mañana!!


La cuestión del viaje se resolvió casi milagrosamente. Yo tenía previsto alquilar un coche para desplazarme desde la Habana hasta Trinidad (hay casi 400 Km de distancia), e iría acompañado de una pareja de amigos Cubanos (que curiosamente no habían ido nunca a esa Ciudad) pero que me irían ayudando con las vicisitudes del camino. Aparte de la paliza de tener que conducir yo, por carreteras desconocidas y no muy señalizadas, esto me hubiera supuesto un costo mínimo de más de 300 CuC (bastante más de 200 €). El milagro está en que en el último transporte que cojo, ya para desplazarme a un hotel y hacer la reserva del coche de alquiler, el conductor del Taxi – ( creo que un Ford de 1.956 de los denominados allí “Almendrones” en perfecto estado de carrocería, tapizado, cuidado y con motor moderno de Gasoil) oye nuestra conversación sobre cómo planificábamos el viaje y se ofrece a llevarnos, traernos y ponerse a nuestra disposición durante el tiempo que precisáramos, por 100 CuC, (yo al terminar le di 110 CuC, (exactamente 72,50 €), naturalmente aceptamos su ofrecimiento claramente ventajoso y quedamos para la mañana siguiente a las 6 de la mañana como hora de salida.
El taxista no falló y a las 6,15 salimos de la Habana, primero un tramo rápido de aproximadamente 160 Km por la Autovía Nacional, y el resto del camino por carreteras estrechas y sin arcén, por las que transitan vehículos a motor, carros, animales, gente que va andando, en bicicleta o haciendo botella (auto-stop), y en la que nos es difícil encontrarse a vehículos parados ocupando la calzada y sin señalizar su posición, esto me resultó extrañísimo y peligroso. 


Hicimos una parada en Cienfuegos, ciudad costera y capital de esta provincia que lleva su nombre que, según nos dijo el conductor, es conocida por ser la patria chica de Beny Moré; allí, en medio del paseo, hay una estatua muy famosa del considerado por muchos como el mejor músico cubano de todos los tiempos. Seguimos de Cienfuegos a Trinidad por otra carretera también estrecha, y quizás más peligrosa, con más curvas y repechos, que bordea la costa y que es conocida por la infinidad de cangrejos que la cruzan; nosotros no vimos ninguno ese día, parece ser por el periodo de sequia que sufren actualmente. Avanzamos hasta que de manera inesperada en una curva a la derecha aparece un monumento de bienvenida que representa una torre y una pared con una parte techada y otra parte derruida, en la que está escrito: Bienvenido a TRINIDAD DE CUBA Patrimonio de la Humanidad. Eran las 11, 30 de la mañana.


Entramos en Trinidad y avanzamos por la calle principal y observo una ciudad colonial, muy bien cuidada, de calles empedradas y de casas bajas y amplias con grandes ventanales abiertos como buscando el frescor de una brisa que me parece inexistente en esta mañana que a mí se me hacía sofocante de calor, estoy casi recién llegado a Cuba procedo del interior donde no hay mar y el calor es seco, tanto que siento como el sudor caer por mi rostro cuando caminando llegamos a la Iglesia y desde allí nos encaminamos a la Casa Parroquial situada enfrente de ella, para lo cual solo hay que cruzar la empedrada Plaza Mayor de Trinidad. 








 La Casa Parroquial es muy amplia, con muchas dependencias y un patio interior, accedemos por la Biblioteca y pregunto por el Padre Cirilo, entonces las dos personas que en ese momento la gestionaban me señalan al frente donde está su despacho, la puerta está abierta y él me oye, se levanta y se acerca, le reconozco y le digo quien soy, nos damos un abrazo; le veo francamente bien, fuerte, con buen aspecto, de talante abierto. 






Entonces me dijo que me esperaba desde día de antes en que le avisé de mi viaje, yo, de pie todavía le entregué el sobre que me había dado mi hermano para él y entonces me invita a sentarme y empezamos a charlar y a recordar cosas y anécdotas de aquellos años de atrás… Yo no tomé notas, no iba preparado para ello y además no me pareció adecuado, solo grabé en mi memoria las cosas que me dijo, que en síntesis son estas.


El Padre Fray Cirilo González Santamaría , nació el 22 de Julio de 1.935 en Torrelara provincia de Burgos, llegó a la Universidad Laboral el año 1.961, tenía 26 años, aquí estuvo hasta el año 1.968, siempre estuvo en el Colegio San Rafael, de allí se fue a estudiar Filosofía a Alcobendas en Madrid donde estuvo un año, y después marchó a Granada donde estuvo otro año aproximadamente, así hasta el año 1.972 en que vuelve a Córdoba, pero esta vez como sacerdote en una Parroquia de un barrio muy humilde, de marginación, conocido como Los Vikingos. En este barrio del que guarda un gran cariño y al que vuelve en todos sus viajes a España, estuvo hasta el año 1.994. en que llega a Cuba. 

Cuando le pregunté ¿Por qué Cuba? Me dijo que siempre tuvo esa vocación misionera y en Cuba, que desde siempre había pedido a su Provincial que lo considerase para esa tarea; en la primera oportunidad para hacerlo solo hubo hueco para tres Dominicos y él se quedó fuera, no le dieron plaza, pero que siguió insistiendo y postulándose para la misión, hasta que por fin en 1.994 lo consiguió. Al principio estuvo en la Habana un poco más de un año, colaborando en varias Parroquias, hasta el año 1.996 en que llega a Trinidad como Párroco de la Parroquial Mayor y allí sigue junto a otro Padre asturiano, que me presentó y que no recuerdo su nombre, mi hermano me dice que cree que es el padre Uña y está con Cirilo en alguna foto.
El Padre Cirilo se acuerda de aquella etapa de su vida, de su juventud como él dice, cuando le entregué la foto y le fui nombrando a los que recordaba de ella, no parecía tener un recuerdo de ninguno de nosotros en particular, él tiene un libro de recuerdos de la UNI firmado y dedicado por Roberto Brunet en la Navidad de 2.009 y un saludo en una nota manuscrita dedicada a él firmada por Antonio Holgado Escudero. 



También me habló de otros alumnos con los que mantiene contacto, o con los que se ha visto, me dio estos nombres: Mariscal (de Cuenca), Pérez Gil, Pedro Heras, Mariano Martín Escalonilla (de Getafe), también por supuesto conoce y tiene muy fresco el recuerdo de los otros padres que estuvieron con él… Zabalza, Nemesio, Gago, Larrañeta, etc., de todos estaba informado, de todos sabía algo, yo tampoco le pregunté mucho sobre ellos ya que no tenía, ni tengo todavía, muy frescos los recuerdos sobre ellos y menos ese día, con ese calor bochornoso que me tenía derrotado que parecía que me habían dado una paliza. 

También me dijo que, por su edad lo tiene concedido, viaja todos los años a España, aprovecha para las revisiones médicas y visita amigos de Córdoba y algunas veces gente de la Laboral que localiza y le llama. Del viaje de este año no comentó nada, bueno sí me habló de una revisión médica. Abrió el sobre estuvo viendo la foto de recuerdo que le llevé y el comentario que hizo a toda la gente que andaba por allí, mostrándola en alto dijo… ¡¡Yo también fui joven!!, esta foto es la prueba y la colocó en su mesa de despacho junto a otros muchos recuerdos que tenía.


El padre Cirilo también me estuvo hablando mucho de su tarea, tanto pastoral como social e incluso humanitaria, de las dificultades que había tenido que ir sorteando y lo que hace para ayudar a sus feligreses en la Cuba de la escases y del bloqueo. El está muy orgulloso de la merienda que da todos los días para los niños más necesitados, todos según él, y del apoyo con alimentos y medicamentos a los más necesitados con ayudas que consigue de sus contactos. Me dio una lista de medicamentos que son siempre son bienvenidos: Antibióticos, Analgésicos, Antiinflamatorios, Antihistamínicos, Vitaminas B6 – B12, medicamentos para el asma, Inmunoferón, Ibuprofeno, Legalón, etc.
Salimos fuera y me llevo a la Iglesia, me estuvo explicando que es la más grande e importante de Cuba, totalmente blanca por dentro, un altar mayor de mármol y con una imagen de un Cristo muy venerado allí, la del Cristo de la Vera Cruz, llegó a sus costas dentro de unos cajones arrojados al mar, iba destinado a Veracruz en Méjico y se quedó en Trinidad definitivamente. Después estuvimos almorzando juntos en un restaurante en otra esquina de la Plaza Mayor, la verdad que muy cordialmente, después volvimos a su despacho de la Casa Parroquial donde me estuvo enseñando algunas dependencias y lo que él llama, la joya de la corona, que es el archivo parroquial un armario donde se guardan unos legajos con documentos parroquiales muy antiguos, me dijo que los hay de finales del 1.500, aunque yo los que vi eran de 1.800 y curiosamente estaban clasificados con el año y la anotación de blancos y de color. 



El tenía entonces una visita de un grupo de personas que le estaban esperando, por lo que nos despedimos con un abrazo y él se quedó atendiendo al grupo de visitantes que parecían extranjeros, entonces le oí como les decía, como quieren que les hable… ¿En inglés o en español? … También políglota pensé cuando me iba.


Me han acompañado en el viaje, mi hermano negro Narciso Esquivel, su esposa Mirelis Cordovás y el chofer Raudinet Hernández, a los que desde aquí agradezco su apoyo y compañía, hoy ellos están allí y desde allí no podrán leer esto, ni verse en estas fotos, pero a Trinidad fueron conmigo, me ayudaron y desde aquí quiero, ante vosotros, agradecérselo.
Ángel Jarillo García

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