jueves, 13 de diciembre de 2012

Presentación del Libro Vigilias Efímeras de Sergio Coello

El jueves día 22 de Noviembre se presentó en la Biblioteca Cardenal Cisneros el libro 'Vigilias Efímeras' de Sergio Coello.
Es un conjunto de novelas negras que constituyen una notoria aportación al género, fundamentalmente por su brevedad y descripción: La situación general presentada va siendo concretada en diferentes escenas de acción y violencia que facilitan datos inconexos , hasta que de repente concuerdan para ofrecer el sorprendente y explosivo final...










lunes, 10 de diciembre de 2012

Artículo del alcalde de Añora


Bartolomé Madrid Olmo 08/12/2012 

En algún lugar de mi memoria se mantienen muy presentes imágenes de una infancia feliz, vivida en gran parte en las calles de mi pueblo. En aquellas calles terrizas recuerdo especialmente el transitar cansino de carros y carrillos de mano cargados con las cántaras de leche de muchas familias, que en una economía de subsistencia luchaban por salir adelante. Aquella foto fija de un pasado no tan lejano ha cambiado sin solución de continuidad a otra mucho más dinámica, la que hoy percibimos a diario en Los Pedroches con el trasiego continuo de camiones cisterna de Covap recogiendo la leche en explotaciones que han conseguido ser un modelo de eficiencia y calidad en sus producciones.

No ha sido un milagro ya que lo que ha ocurrido en Los Pedroches con el sector lácteo no es otra cosa que el simple fruto de un gran esfuerzo y de mucha constancia en el trabajo. Así, los ganaderos de Los Pedroches han logrado convertirse en el motor económico de su territorio y contribuir de manera decisiva al desarrollo de un medio rural que carece de otras oportunidades para poder mantener su población.


En el momento actual, tristemente, el desarrollo y la supervivencia de ese medio rural esta en posición de jaque-mate. La situación de los ganaderos es totalmente insostenible porque son ya muchos los meses en los que producir un litro de leche les cuesta más dinero del que perciben por el mismo. Recibir 0,35 euros por un litro de leche que cuesta producirlo 0,40 no puede llevar nada más que a la ruina de muchas familias y a situaciones tan esperpénticas como las que hoy vivimos en Los Pedroches, viendo agonizar las explotaciones ganaderas en las que sus propietarios se ven obligados a ir vendiendo una vaca tras otra para poder mantener el resto. Según datos del Ministerio de Agricultura el cierre de explotaciones es una sangría continua y son más de 600 las que han desaparecido en este año. Mientras tanto la distribución y principalmente las grandes cadenas de alimentación se regocijan en unas prácticas tan abusivas, como poco éticas, que están destrozando este sector al utilizar la leche como producto reclamo en sus lineales, vendiendo por debajo de su coste o incluso regalándola.

Pero también podemos ver cómo muchas de esas marcas blancas que se venden a tan bajo precio carecen de una información adecuada al consumidor y suelen ser calificadas con muy bajas puntuaciones en los análisis de calidad que llevan a cabo las organizaciones de consumidores. Las grandes cadenas contribuyen con su política de ventas al desmantelamiento del sector lácteo ya que los bajos precios a los que venden (entre 45 y 50 céntimos litro) o las estrategias de regalar leche por un volumen de compra solo pueden contribuir al hundimiento del mismo.

A esta situación se une la dejadez que ha existido por parte de las administraciones estatal y autonómica durante los últimos años y la insensibilidad con este sector que tuve la oportunidad de comprobar cuando en el año 2009 ante los primeros síntomas de esta grave crisis presenté, como parlamentario andaluz, una proposición no de Ley con un decálogo de medidas de apoyo al sector .

Si este panorama lo aderezamos con la inexistencia de una interprofesional fuerte y con la escasa conciencia ciudadana para defender nuestros productos, en conjunto se forma un cóctel mortal de necesidad para el sector.

Hoy, como alcalde de un municipio de Los Pedroches y como vecino y amigo de muchos ganaderos, a los que veo sufrir día a día, quiero pedir a todos los cordobeses una pequeña pero vital reflexión para que se paren a pensar en la importancia que tiene el coger una caja de leche u otra cuando van al supermercado. Quizás sería demasiado osado por mi parte pedirle a las personas que se encuentran en graves dificultades económicas el que paguen 10 o 15 céntimos más por un litro de leche, pero sí que me atrevo a pedirle a la gran mayoría de la población que mantiene su poder adquisitivo, que compre leche de nuestra tierra, leche con la marca Covap, porque detrás y dentro de esa marca avalando los 10 o 15 céntimos que puede costar más que una de esas marcas blancas hay leche de una calidad extraordinaria, 550 trabajadores, 15.000 socios y más de 100.000 personas en su territorio de influencia que se benefician de sus ventas. Apostar por las marcas blancas con las que las multinacionales están destrozando el sector no puede significar otra cosa que arriesgarse a beber un líquido blanco parecido a la leche y apoyar unas prácticas comerciales poco éticas que esclavizan y arruinan a todo un sector productivo. El impacto que puede tener en la cesta de la compra apoyar nuestra leche no supone más de un euro al mes por persona y con ello estaremos garantizando el empleo, desarrollo y futuro para nuestra tierra. Creo que con los datos expuestos merece mucho la pena que todos los cordobeses y cordobesas apostemos por salvar el sector lácteo.

* Alcalde de Añora

lunes, 12 de noviembre de 2012

Nuestra visita relámpago a Córdoba

Por Fernando García Popa

El día 7 de noviembre 2012, Juan de la Fuente Burguillo y yo, planeamos un viaje a Córdoba en plan “medicinal” para quitarnos la morriña que veníamos notando desde hace meses atrás.

Salimos de Madrid el 7 por la mañana en AVE con llegada a Córdoba a las 13:17 y regresamos el 8 por la tarde en ALTARIA a las 18:15. Una estancia de 28 horas y 58 minutos, incluida una noche, donde conseguimos el objetivo previsto. Más adelante lo contaré.

Tuvimos como “enfermeros” a personal de confianza y especializados en estos menesteres de auxilio.  Rafael López Rodríguez y Juan Carrillo de Albornoz Morales. Las medicinas las fuimos tomando con su correspondiente dosis sin llegar a pasarnos. Medios y copas fueron asimiladas, con sus correspondientes tapas en las diversas barras de los numerosos “ambulatorios” que la ciudad dispone.

 La dosis fuerte fue el jueves, a la hora de comer, en El Patri, en la Plaza de la Corredera.
Contaré con detalle hasta donde el recuerdo me alcance lo que hicimos en esas 29 horas.

En la estación nos esperaba Carrillo que en su coche nos acercó al Hotel Boston donde teníamos reservadas las habitaciones. Menudo laberinto hasta llegar a la calle Málaga que está toda en obras. Dejamos las maletas y bajamos para, cuanto antes, empezar el “tratamiento”.

En la misma calle Málaga, a pesar de las obras está EL CARRASQUIN. (2 medios, 1 copa y una caña mas un poco de mojama). ¡Uf! ¡¡Que alivio!! El cuerpo empezó a reaccionar como agua de mayo.(El jefe se llama Rafael. No podía ser de otra manera)

No muy lejos se encuentra otro ambulatorio de tratamiento de choque. TABERNA GONGORA. (Bebidas similares y con berenjenas y bacalao frito. ¡No tenían boquerones! ) Esto iba poniéndose bien.

La tercera etapa, totalmente asesorados por los enfermeros cualificados, fue en EL ABUELO. (Los consabidos medios esta vez de fino peseta y una de croquetas y otra e huevos rotos)

Rematamos este primer tratamiento en Las Tendillas, en LA MALAGUEÑA, (una de boquerones con sus correspondientes medios.)

Ya dado el momento, se deshace el grupo. Burguillo pide tiempo para ir hasta el hotel y Carrillo para ir a su casa pues tiene que “fichar”

Nos quedamos Rafael y yo, que esperaríamos a Burgui en la cafetería del HOTEL CORDOBA CENTRO en la calle Jesús Maria al lado del Teatro Góngora.  (Cafecito con copita y purito en la terraza).

Con Carrillo nos volveríamos a ver en la exposición, dedicada a Góngora, en el palacio Carbonell. Lo pasamos bien entreteniendo el tiempo en una actividad distinta a la que hasta ahora veníamos realizando.



Paseando fuimos bajando hacia el río.

 Recorrimos Cardenal González, Una paradita en la SOCIEDAD DE PLATEROS hasta llegar a la plaza del Potro.

Continuamos hasta la sala de fiestas EL SOHO donde entramos. Un purito fumado en la terraza, que se animaros a quemarlo, también Burgui y Carrillo.  Admiramos la vista nocturna del Guadalquivir y las luces de la ciudad. Tomamos unas copillas y dimos por finalizada la terapia del primer día.

Carrillo y Rafael tomaron un taxi mientras nosotros, regresamos al hotel paseando, con toda la tranquilidad del mundo, la calle San Fernando. No llovía.

Ya el día 8, a las 10 estábamos desayunando en CASA PEPE. Clásicos jeringos.

Allí nos encontramos con Carrillo.
Después bajamos por San Pablo, camino de la BODEGA DE EMILIO donde nos encontramos con Rafael.

Paseamos por San Agustín y tuvimos que resguardarnos en EL RINCON DE LAS BEATILLAS pues llovía bastante.

Enfilamos camino a la plaza de la Corredera donde Rafael ya tenia apalabrada la comida. Salmorejo y rabo de toro. Su amiga Pilar como cocinera de pro, se lo recomendó.
Aun en el recorrido nos paramos en EL JURAMENTO.

Comimos muy bien, como se puede ver en las fotos, en EL PATRI. Salmorejo y rabo de toro. Pilar no tenía postre ni falta que nos hacía.



Nuevo pitillito y andando hacia el hotel por Claudio Marcelo. Recogimos las maletas en el Boston y piano, piano llagamos a la estación de RENFE donde tomamos un cafecito antes de embarcar en el ALTARIA, con regreso a Madrid.






Si os gustó el relato me alegro. Yo lo he disfrutado mucho como parte de los muchachos de la excursión y, por supuesto, contándolo a vosotros en estos momentos.

Madrid 9 de noviembre 2012.
Fernando García Popa.

domingo, 21 de octubre de 2012

Cincuenta años de un premio ONDAS

Por Enrique Pozón Lobato

El próximo mes de Noviembre se procederá en Barcelona  a la entrega de los premios “Ondas” concedidos anualmente desde 1954,  por la emisora decana de la radio española,  Radio Barcelona  de la Ser. Fueron y son los primeros galardones de radio y televisión instituidos en España que gozan de un gran prestigio, ampliados en la década de los 90 a nuevas categorías como  música, cine y publicidad radiofónica. En el presente  2012, en su 59ª edición. 

Hace ahora 50 años el programa MUNDO DEL TRABAJO difundido por la emisora EAJ 24 Radio Córdoba recibió en 1962 el Premio Ondas al mejor programa cultural, en su 9ª edición, y el Premio Nacional de Radio y Televisión en la categoría de mejor confección de guión original en 1961. Era de carácter social y tenía una duración de 15 minutos, estando en antena todos los lunes  a las tres y cuarto de la tarde. El 5 de Noviembre de 1961 fue la  fecha  de su comienzo  con un contenido estructurado en  cinco secciones fijas: Editorial; Portavoz de Información y Orientación sobre Enseñanza y Protección Escolar; Vida Universitaria Laboral; Noticiario Cultural, Técnico y Laboral  y Consultorio del  Oyente. Se difundía no solo por la emisora EAJ 24 Radio Córdoba sino también por Radio  Granada, Radio Badajoz, Radio Popular de  Ciudad Real (COPE) Radio Vergara (Guipúzcoa).  La confección del  guión  y su presentación estaba a cargo de profesores  responsables del Servicio de Extensión Cultural de la Universidad Laboral de Córdoba: Leonardo Pérez Lobato (+) de la Orden del Predicadores, Dominico, profesor, Jefe del Servicio de Extensión Cultural y Enrique Pozón Lobato, profesor,  Secretario General  del referido Centro


Con motivo  del Premio “ONDAS” concedido  fue publicada en el DIARIO CORDOBA con la firma  del periodista Francisco Navarro Calabuig (+)  una referencia al mismo, en los siguientes términos” “El Premio Ondas recompensa conjuntamente la mejor labor de locutores, autores y guionistas así como  de las más destacadas producciones radiofónicas y de TV de carácter religioso, informativo, científico, musical,  teatral, infantil y cultural. Da idea de la importancia de los galardones el hecho de que frente a las principales emisoras españolas premiadas – RNE en Madrid, SER, LA VOZ DE MADRID, RNE en Barcelona, COPE, RADIO MADRID,  figuran también como triunfadoras la BBC de Londres, Radio Naciones Unidas, Radio Vaticano, Radio Osaka de Japón y las emisoras de TV de Alemania, Italia y Francia. Con sincera complacencia registramos el legítimo triunfo alcanzado por la emisión cordobesa que viene a recompensar una vez mas, después del Premio Nacional de Radiodifusión alcanzado este mismo año, la intensa labor de proyección exterior de las enseñanzas que lleva a cabo la Universidad Laboral por medio de su Servicio de Extensión Cultural”.

Esta noticia fue publicada en el Diario Córdoba el pasado 6 de Octubre.

martes, 9 de octubre de 2012

Matrimonio y comunión eucarística en países empobrecidos

 ¿Cómo puede un presbítero negar la comunión a un enfermo grave de cáncer porque no ha realizado el rito del matrimonio de la Iglesia, siendo así que es un padre ejemplar y un esposo admirable? ¿Cómo se puede negar el pan de vida a miles, millones, de campesinos del continente latinoamericano y de todo el mundo porque no tienen ese rito eclesiástico en su haber, siendo así que son padres y madres de familia que aman a sus hijos e hijas y se sacrifican por ellos, y como pareja son maravillosamente humanos? ¿Por qué se condena a matrimonios de emigrantes a quedar fuera de la comunión eucarística porque no tienen sus papeles de bautismo en regla y no se pueden casar por la ceremonia eclesiástica porque una guerra infernal, de hace años ya, les hizo que fueran bautizados con problemas en su partida? ¿No puede una doctora, médico, comulgar el cuerpo sacramentado de Jesús cuando cumple llena de amor su trabajo con enfermos y es fiel en su matrimonio, aunque no se haya casado por la iglesia con el rito oficial por los motivos más diversos que pueda haber?

¿Dónde está el amor compasivo que Jesús proclamó como supremo mandamiento cristiano: Sean compasivos como su Padre celestial es compasivo? ¿Dónde aparece el clamor de los profetas: conocimiento vivo, experimental, de Dios quiero, y no sacrificios (ritos litúrgicos hoy), misericordia en vez de holocaustos (leyes vacías de contenido humano)? ¿Dónde las bienaventuranzas?

¿Cómo no van a vaciarse las iglesias católicas en el mundo rural de todos los continentes si son considerados pecadores, o al menos, indignos de acercarse a Jesús? ¿Pero no fueron ellos los preferidos de Jesús de Nazaret? ¿No se dirigen a ellos antes que a cualquier otros las bienaventuranzas? ¿No se rodeó Jesús de pescadores y gentes que no se habían casado ni siquiera por lo civil, que diríamos hoy? ¿No nos explicó el Apóstol que para ser libres nos libertó Cristo?

Humillación tras humillación: una vida matrimonial, familiar, tan maravillosa en valores humanos y cristianos -no se desconocen los limitantes también de esta vida, claro- , no es digna de recibir el sacramento del amor de Jesús. No importa que haya un amor entregado, generoso, un amor fiel, sin otras relaciones, un amor permanente, vivido para toda la vida aquí en la tierra, esto es las características del amor cristiano verdadero. Así les han tenido durante siglos, colonizados, humillados, marginados, y así se mantienen en lo más profundo quienes quieren ser fieles de la Iglesia. Es más importante llenar una iglesia de flores, de músicos, de alfombras, de vestidos, de palabras, aunque la consistencia de ese amor ni se conozca. Vale más el rito que la vida probada de cada día. No nos extrañemos de que las buenas gentes sean absorbidas por grupos religiosos que les hablan en directo a ellos y les reciben sin tantas trabas. La iglesia católica va a quedarse vacía de pobres a este paso, los preferidos de Jesús. Les hablo desde esta Centroamérica crucificada, desde un paisito pequeño El Salvador, pero es un clamor de todo un continente. No sean sordos a su voz.

Angel Arnaiz Quintana, op

jueves, 4 de octubre de 2012

Carta a mi nieta

Querida Nieta:

Esta tarde hemos estado colocando las cosas del baúl, ese baúl en que tu Abuela, poco a poco está guardando todo aquello, que me gustaría transmitirte.


Algunas puedes verlas y tocarlas, otras que son las más esenciales, como diría el zorro en “El Principito”, son invisibles a los ojos, y sólo podrás verlas con el corazón…además su significado irá cambiando para ti, a medida que crezcas, pero ellas son mis raíces, y por tanto las tuyas.

No tienen algún valor económico, porque son los álbumes, en que he ido recopilando todas tus fotos, desde que naciste, así como las del resto de la Familia, que es uno de los pilares, en los que podrás apoyarte, ese pilar se ha ido haciendo cada vez más fuerte, a la par que nosotros, pues siempre hemos estado unidos, tanto en “las cosas bonitas como cuando lo han sido menos”, además como ya te habrás dado cuenta somos muy diferentes, mas siempre nos hemos respetado y querido mucho, aunque al igual que Tú, aparentemente somos poco besucones, parecemos muy fríos, sabes bien que somos cabezotas, de “sangre caliente”, porque hemos vivido entre el norte y el sur, por eso decimos, que si somos de algún sitio, es de la carretera.

Están mis fotos, cuando era, como Tú eres ahora, y luego cuando de jovencita empecé a trabajar en la Laboral, donde conocí a unos Chavales que pensaba que nunca volvería a ver, una vez que terminaba el curso… de Ellos son las canciones que hay escritas en el cuaderno, que está junto con los archivadores, esas letras me han acompañado siempre, a veces las canturreaba y ellas me devolvían la sonrisa, al evocar aquellos días, llenos de alegría y complicidad.

Sí, en esos archivadores podrás ver a esos Jovencitos mucho tiempo después, porque aunque todavía me parece mentira, logré muchos años después rencontrarme con Ellos y con mis Compañeras… Si te cuento un secretillo, esa había sido mi gran ilusión, porque el recuerdo de aquellos años, fue la luz de los instantes oscuros.

Aún no me puedo creer los Encuentros que he compartidos con Ellos, los “Cafelitos”, las “Quedadas”…por eso me verás, hojeándolos una y otra vez, para tratar de apresar de algún modo, todos esos instantes fugaces, que conforman esta etapa de mi vida.

Además, en este camino, que empiezas a recorrer ahora, descubrirás que siempre se van sumando hojas que archivar, de aquellos que están a tu lado cada día; de aquellos, que por mucho que buscas, Tú nunca creerías poder encontrar, y cuando, al fin, los ves, poder fundirte en aquel abrazo que no pudiste compartir entonces; los que aparecerán nuevos, que te acogen como alguien suyo, y a su lado, vivirás experiencias, que no podrás imaginar hoy, tal y como me sucedió a mí, en aquel viaje a Bilbao.

Por eso, ten siempre presente que la Amistad es uno de los valores más importantes, no se cotiza en bolsa, con él no se puede comprar nada, sin embargo es uno de los mayores motores que te permiten seguir adelante, nunca podré agradecerles lo suficiente, lo mucho que disfrute con ellos, cuando nos íbamos de excursión, a la feria…

Hoy, son más importantes, para mí, que entonces, porque junto a vosotros, mi Familia, Ellos y Ellas hacen que me levante por la mañana, que haya aprendido a escribir un correo, que sea capaz de ir cada vez que se reúnen, dejando atrás los dolores, que sienta alegría cuando suena el teléfono, por si es alguno que me llama… en definitiva, sentirme viva.

Sí, tendrás que estudiar y trabajar mucho, para llegar a ser lo quieras ser, pero no te olvides de sembrar amor entre los que te rodean, de ser una persona honesta, fiel a tus ideas, sincera, humilde, y de ser leal con tus Amigos.

Camina, siempre hacia tus Sueños, sea cuales sean, lo importante es que Tú te sientas feliz y realizada con ellos. A veces lo harás más rápido, y te parecerá que puedes lograr cualquier cosa, otra lo hará más lento, e incluso sentirás que por mucho que hagas, no logras avanzar, pero ten paciencia, sé constante y no los abandones, porque todo llega, cuando se está preparada y dispuesta para ello.

No dejes que nada ni nadie te encierre, has de sentirte libre, para decidir cuál es la senda que quieres seguir, o si quieres ir al monte o al mar, a bailar o a cantar… No permitas que nadie te humille, haciéndote creer que no puedes, no sirves o que no tienes facultades suficientes para ello, porque como diría tu bisabuelo: “uno siempre es capaz de todo”.

Mas si eso ocurriera, porque a veces te ponen trampas o se caen en hoyos, y te faltan las fuerzas para seguir andando, ten la certeza de que siempre aparecerá Alguien, que te tenderá una mano, te ayudará a curar tus heridas y compartirá contigo, el peso de tu mochila, además de hacerte volver a ser Tú misma, al tiempo que te descubrirá nuevas facetas de tu personalidad, que son las que te hacen que todos te tengan cariño, y lo que es más importante, te hará quererte a ti misma, te devolverá la libertad y la capacidad de gozar del paisaje, que nos regala el día de hoy.

Así, poco a poco, irás escribiendo el cuaderno de tu propia historia, copiando y entonando tus propias canciones, archivando vivencias, pegando tus propias fotos… a veces, la mayoría lo harás con gusto porque corresponderán a momentos hermosos, pero cuando te resulte más difícil hacerlo, has de pensar: “que cuando se cierra una puerta, siempre se abre una ventana”.

Seguro que te contaré todo esto, mis “batallitas” muchas veces, cada vez que vengas a mi casa, que es la tuya. Ahora, para ti, son como los dibujos que vemos juntas, pero poco a poco comprenderás que son el mejor legado, mi vida, y la mejor manera de transmitirte, el inmenso amor que siempre te tendré.

Muchos Besos.
Tu Abuela

domingo, 1 de enero de 2012

EL RATITO FEO DE UN PATITO

O LAS TRIBULACIONES DE UNA RANITA PRESUMIDA EN
PROFUNDAS REFLEXIONES
Cuento para niños y similares espíritus diabólicos




Érase que se era (que en hora buena sea), en tiempos de los tatarabuelos maternos por parte de bisabuela paterna de quien -siendo biznieto carnal y primo her­mano de padres cojudos del que lo escuchó por primera vez- trascribió por señas manua­les este misterioso, antiquísimo y maravilloso relato:

Érase que se era...

***** º ****  





 Se apellidaba Cuchareta, como la bau­tizaron cuando recién oficiaba de re­nacuajo provisto de agallas efímeras, circunstancia que no le impidió, más adelante, autoapodarse Cúcha­res en recuerdo del célebre sapo torero del mismo apodo, muerto trágicamente despachurrado en el profundo foso taurino de la famosa charca de la Remembranza de Ranilla (ubicada a la sazón a cosa de una docena de saltos de rana, mal contados, de la orilla de sotavento del pantano del Regajo, en donde solía anfibiar a sus anchas desde su más tierna metamorfosis), muerto, repito, a cuernos de un bufo cor­nutus (sapo cornudo de la afamada sapería de los Sapiura) y sumido y enfangado -en medio de pomposas pompas fúnebres- bajo el lé­gamo del fondo de su querido, empero fatídico, foso saporino.


El funesto y trágico final de su ídolo no arredró, sin embargo, en lo más mínimo común múltiplo a Cuchareta, (a) Cúchares, que conti­nuó bregando como peón, sin desfallecer ni desmorir, por conseguir que le permitieran sapear una Saltada de sapillos (más conocida en­tre los bufómacos por Sapillada), aunque fuera sin áspides picadores, en la charca de la Remembranza.


¡Oh, la Remembranza...! Siempre que disfrutaba de un ratito libre, un ratito guapo, pensaba en la Remembranza, rememorando lo que el tío Verrugas (un sapo vejestorio que ya no tenía orejas) les contaba a los renacuajillos de la charca, recién metamorfoseados en ranitas, al calor de un sol de agosto en las caliginosas horas del mediodía, mientras se hallaban todos sentados en círculo alrededor de la hoguera que solían apagar subrepticiamente a esas horas de sol de justicia con mutuos espurreos de nauseabunda agua de la cercana poza. Decía (y juraba por lo más sagrado centígrado) que, en la antigüedad (como si la antigüedad fuese algo antiquísimo, infalible y con personalidad propia), los animales -mejorando lo presente- que circunstancial­mente perdían de forma traumática un miembro (incluso dos) de su anatomía, acudían de inmediato al profundo foso de la poza de la Re­membranza en donde se entrevistaban con el Gran Bufo, que era algo así como un brujo encarnado en sapo descomunal, quien solía asegu­rar a menudo que descendía a menudo del mago Merlín (menudo era), mientras señalaba, también a menudo, con el muñón del rabo que perdió de pequeño al metamorfosearse, hacia un sauce llorón cercano, del que únicamente solían descender, de uvas a peras o de lirios a nenúfares, un par de monos hindúes de origen africano, con pasapor­te gibraltareño y acento andaluz, para robar cacahuetes tostados y sin cáscara en el kiosco de la esquina, pero solo como anécdota de pa­sada y únicamente por hacer rabiar a su amigo el sauce que, de los disgustos que le daban los malditos simios, agarraba unas lloraderas que las ramas le llegaban al suelo. Bueno, a lo que íbamos: el des­membrado acudía rápidamente al foso, nada más perder el miembro, y el presunto descendiente del mago Merlín lo remembraba, o sea lo volvía a membrar, o sea le suministraba una pócima mágica que en un par de días o quince le hacía crecer de nuevo el miembro perdido. Eso sí, como que los miembros solían ser extremidades, mejor dicho patas, había que avisarle al Gran Bufo (que a pesar de su par de ojos saltones veía menos que un gato de yeso) si la extremidad era supe­rior o inferior, diestra o zurda, para evitar que suministrara el bebedizo equivocado (los poseía surtidos) y pudiera uno remembrarse, ponga­mos por caso, con dos patas derechas, con lo que le haría falta comprarse dos pares de zapatos cada vez (quien los gastara, que en esa charca había de todo). Y de ahí que a la gente de buen sumergir y mejor anfibiar, sin apercibirse ni percatarse, en fin, sin darse cuenta de lo trascendental de su paulatina decisión, le dio el punto de bauti­zar (poco a poco, generación a generación, día a día y con burbujas de aire, ya que agua sobraba a punta pala) al famoso foso con el lógi­co nombre -ya lo habréis adivinado- de Remembranza, ya que no solo remembraba, sino que rememoraba... rememoraba... ¿rememo­raba...? Ya no recuerdo lo que rememoraba, pero seguro que algo re­memoraría. Así opinaba Cuchareta, (a) Cúchares, cuando escuchaba embobada, con los ojos fuera y colgándole lacios hasta el ombligo, al tío Verrugas, quien por cierto siempre presumía de ser descendiente de croatas (de la Croacia Oriental, sector crítico, naturalmente), por lo que no había sapo ni rana en cien pantanos a la redonda que osara desafiarlo a croar y fastidiar de paso a los humanos durmientes del bosque, durante el sueño de una noche de verano de esas que no pagaban estiaje por cruzarlo a pelo.


También por cierto, lo del estiaje era otro asunto interesante para nuestro sapo fabulador; asunto o negocio en el que solía hacer hin­caanca (o ancapié, que no estaba seguro) el tío Verrugas. Ordenaba (el Verrugas): “Quien ponga una sola anca de rana en esta charca, y no sea oriundo, nativo, convecino, aborigen, incluso individuo, de esta poza y aledaños deberá pagar -en larvas frescas de libélula de importación- no solo peaje por venir a pie, sino también estiaje por venir en verano, por la cosa del estío, quiero decir..”. Tras cuyo dis­curso se quedaba más ancho que largo, hinchado como un sapo y con más papada que un pelícano cazando anguilas silvestres.


Retomando el hilo del relato, el caso era que todos los descuaja­dos quedaban contentísimos tras visitar al Gran Bufo y recuperar mi­lagrosamente sus apéndices perdidos.


Uno de sus pacientes más famosos fue el hijo del Lagarto Mayor del Consejo de Cieno, consejo que regía los destinos de la Ciénaga Autónoma. Era ya torero de sapos cornudos de cuatro años o más cuando, a falta de que le otorgaran graciosamente la alternativa, acu­dió justamente a tomarla a la fuerza a la poza de la Remembranza. Todo Ranilla estaba en el foso taurino, dispuesto a aplaudir o silbar (según procediera) a Lagartijo (apodo o diminutivo de Lagart-Hijo, su verda­dero apellido por parte de su dilecto padre lagarto).


Pero, hete aquí que, en plena saltada de sapos, un mal gesto del segundo cornúpeta que le tocó en desgracia, más que en suerte, le arrancó la cola de una certera cornada en plena femoral cular, justo por la mismísima parte de detrás del culo.


¡Oh, maravilla! Su cola parecía estar hecha de rabos de lagartija: se retorcía y saltaba como una cabra loca con almorranas picantes in­crustadas en las hemorroides del culo y ascuas de hoguera de San Antón bajo las hendidas pezuñas. La súbita independencia que aca­baba de adquirir esa cola, al desprenderse inopinadamente del cuer­po del lagarto, le produjo al propio rabo la lógica euforia incontrolada que suele proporcionar la libertad de irresponsabilidad que conlleva semejante trauma. Sin embargo, Lagartijo solo se hallaba sorprendido y algo ca­riacontecido, observando, como un idiota y con un ojo, la sarta de po­siciones memas y ridículas que adquiría sucesivamente su recién des­prendido rabo, y con el otro ojo su más ridículo todavía antiestético muñón huérfano de cola que le quedaba a la altura del sacro ilíaco, sin percatarse un ápice de la gravedad de la cogida ni de lo tarde que se hacía para ir a casa a cenar.


No obstante, sus peones de brega y el par de monos sabiondos que vivaqueaban en la copa del sauce llorón (quienes casualmente se hallaban en la fosa, asistiendo a la saltada desde el tendido de aire) anduvieron al quite y consiguieron arrebatar a Lagartijo de entre las cornilargas astas del bufo cornutus, antes de que la fiera se ensañara con él, y -mientras afirmaba con un hilo de voz y acento infalible: "Señore, etto no ha sío na, etto no ha sío na..."- trasladarlo rápida­mente al hospital de emergencia que el Gran Bufo tenía instalado, al efecto, justo junto a la Puerta Grande por donde se emergía del foso.


Una picadura, en primer grado, de tarántula subacuática lo anestesió en breves instantes, lo que permitió al Gran Bufo suturar el muñón sin que el paciente tirara mordiscos de dolor a diestro, a siniestro y a unos canapés de auténtico mosquito iraní que el brujo se estaba zampan­do, sin respirar, en el momento en el que le avisaron del accidente.


Mientras Lagartijo dormía el sueño de los justos por pescadores de anguilas de ciénaga, un patito -excepcionalmente guapo en con­tra de toda regla y excepción y sin que sirva de precedente-, que deambulaba, palmeando todo gracioso la superficie del agua, por cima del foso de la Remembranza y que no perdía baza ni detalle, en un momento de descuido se zambulló patas arriba y cabeza abajo y,ante el pasmo de una desconcertada multitud de espectadores, pilló con el pico la cola loca y se la engulló, sin miramiento, entre buche y lomo.


Aquí fue cuando se armó la de Merlín es el Gran Bufo: el vermicu­lar rabo (que no había perdido un pelo de rana de su primitiva vivaci­dad y que se retorcía más que una boa subiendo a un pararrayos en marcha) empezó a trasladarse desde el buche del pato al estómago propiamente dicho, desde donde -sin esperar el inminente baño de ácidos estomacales- se lanzó a tripa abierta a través de intesti­nos delgados, medianos, gruesos y tamaño familiar, hasta llegar a cosa de una palma de pato del orificio excretor, en donde, por una de esas casualidades que se dan pero no se agradecen, se incrustó de por vida en ese apéndice que los patos suelen llevar por el coxis o cosa así, o sea en la misma puntita del rabo.


Fue la juerga general: la cola del pato comenzó a oscilar alocada­mente de babor a estribor (incluso de izquierda a derecha) a toda fre­cuencia, mientras su dueño no hacía más que intentar detenerla, sin éxito, con el pico de pato que gastaba esa temporada, girando la ca­beza a un lado y otro, tratando de seguir el inalcanzable compás de su rabo.


Mal rato pasó el pato. Un ratito desagradable provocado por una cola loca que mareó de lo lindo a un rabo patizambo. Un ratito verda­deramente horrible... un ratito feo.


Muerto de vergüenza y como pudo, emergió del foso por la salida de emergencia y huyó de la charca como pato que pretendieran ana­ranjar al horno, sin dejar por un instante de mover graciosamente la cola.


Cuentan que, al parecer, este movimiento continuo -recién descubierto- afectó de tal modo a sus genes que desde entonces todos sus descendientes, o sea todos los patos, mueven de este modo el rabo cuando alguien se les acerca a echarles de comer, e incluso cuando marranean, a fango limpio, babeando en la ciénaga miniatura bonsái que los humanos que se precian de alto standing suelen tener instalada al efecto en la salita de estar fastidiados vendo la tele.


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En el ínterin, Lagartijo se recuperaba a ojos saltones vista de la traidora cornada que le propinó el bufo cornutus y de la anes­tesia a contrapelo que le picó la siniestra tarántula. Afortuna­damente, por uno de aquellos inexplicables misterios (si fuesen expli­cables dejarían de ser misterios), le habían saltado los puntos del mu­ñón de la cola perdida, y por tal sitio le iba amaneciendo un tallo de rabo de lagarto adulto, mientras su retorcida mente de reptil planeaba vengarse del sapo que lo hizo rabón en la persona del Gran Bufo, hur­tándole -con toda la sangre fría de un lagarto- la pócima crece-rabos, en previsión de previsibles percances similares.


Aprovechando el vicio que el Gran Bufo tenía, que consistía en ingerir mosquito iraní, con cazo (sin limón, cebolla, lechuga, mante­quilla, cátchup, mostaza ni demás degradantes de sabor), de tarde en tarde -o sea todas las tardes-, mientras el brujo se dedicaba con fruición a abrir la correspondiente lata de conserva, usando hábilmen­te una concha de afeitar ranas algo desconchada, Lagartijo se hizo el sonámbulo, se levantó de la camilla en donde convalecía y echó zarpa (o mano, o garra, o... yo qué sé) de la probeta de cristal de vidrio que contenía el brebaje renacentista de colas en cuestión.


Fue cuando el Gran Bufo se percató de la insidia, perfidia y falsi­dia de su protegido y, jurando en arameo anfibio, se lanzó como una fiera corrupia sobre el torero rabón, sin considerar su estado (era sol­tero desde que nació) ni condición de convaleciente.


Ante furibundo ataque, Lagartijo tornó a hacerse pasar por sonám­bulo y pasó tranquilamente al lado del brujo, sin saludar y llevando todo descarado en la zarpa (o mano, o garra, o... yo qué sé) la probeta de cristal de vidrio que contenía el brebaje renacentista de colas en cuestión.


Fue cuando el Gran Bufo, tras recuperarse del momentáneo des­concierto, al salir saltando como un sapo tuvo la desgracia de trope­zar con unos patines de agua que sus nietos se habían olvidado des­perdigados negligentemente por medio del pasillo, resbalar como palabra necia en oído sordo, y pegarse un respetable barrigazo con­tra el suelo, circunstancia que aprovechó el ingrato de Lagartijo para huir cobardemente de la clínica sin pagar la factura, cosa del todo in­comprensible dado que en aquellos tiempos todavía no existía el IVA ni quien carajo lo concibió en lugar de dedicarse a matar moscas con el rabo.


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Poco después y, desgracias a un gene recesivo feminista atávico desde que las lagartas concebían en ratos libres, Lagart‑Hijo tuvo una hija de tamaño menor, a la que -está más claro que el agua de la charca- bautizó con el nombre de Lagartija.


Esta Lagartija, única y primogénita, heredó de su padre el bebedi­zo remembrador, y cuando -ya huérfana de entrambos progenitores­ cumplió la mayoría de edad, o sea cuando se enteró de qué iba la cosa (que no se sabe de qué cosa se podría tratar), le entró la neura de una angustia vital como el sombrero de un picador hidrocefálico (a más de cabezón) y tal asco por la vida y por los sapos escupidores que decidió poner fin a su desdichada existencia ingiriendo de una senta­da toda la pócima regeneradora de rabos.


Como era de prever, las consecuencias de este irresponsable acto fueron desastrosas para Lagartija: no sucedió absolutamente nada y no se pudo morir ni un tanto así.


Como ocurre con los suicidas coyunturales, si les falla el suicidio se lo vuelven a pensar, les entran escalofríos de caballo y no vuelven a intentarlo. Y eso fue lo que le sucedió a Lagartija. Y ante la duda se casó y tuvo prole. Y también cuentan que la indigestión de pócima mágica le trastocó los genes por la parte del ADN, de modo que todos sus descendientes no solo pasaron a llamarse (en términos ge­nerales) lagartijas, en recuerdo de su madre, sino que no les fue ne­cesario buscar al Gran Bufo -quien, por otra parte, para entonces ya hacía tiempo que yacía enterrado en el fondo de la charca criando algas -­a fin de que les repusiera la cola cada vez que la perdían. Se les rege­neraba o remembraba sola. De ahí que algunos niños silvestres y mon­taraces disfruten desprendiendo a cantazo limpio los rabos a las lagartijas durante las calurosas y aburridas tardes del verano, al ador­mecedor sonsonete de grillos y chicharras y a los espeluznantes gri­tos de madres que dicen a voz en cuello arrebolado en menopausia anunciada: “¡Niño!, no mates lagartijas ni vacas, que son criaturas de Nuestro Señor”, cuya sabia recomendación ignoraban descaradamen­te, al recordar que su propia madre solía usar con profusión un mata­moscas de malla metálica, como si los dípteros y los moscardones (dípteros también, pero más gordos) fueran criaturas del demonio.


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Harta ya de tanto cuento, la ranita Cuchareta, (a) Cúchares, decidió mandar a todo el personal justamente a ese sitio que casi todos conocemos (o algunos); agarró el montante, la montera, el capote, la espada, la muleta (para evitar tener que caminar a saltos si sufría un esguince y se quedaba coja), un garrote de trasportar ha­tillos y se marchó subrepticia y sigilosamente, una madrugada de pri­mavera recién florida, de la nauseabunda -hay que reconocerlo- ­ciénaga.


A cosa de dos mil brincos de rana después, se detuvo junto a un agujero artificial a tomar aliento y un bocata de sucedáneo de mos­quito iraní. Que fue cuando de ese mismo agujero (que mostraba todo el aspecto de entrada de madriguera de ratas) salió una ratita adorna­da con un cursi lacito rosa pálido, la cual comenzó a barrer la puerta de su casita mientras se entretenía respondiéndole que no a un perro perdiguero que a la sazón le pedía relaciones, comentándole al mis­mo tiempo qué bobadas pretendía hacer por las noches si por un ca­sual se casaban entre sí, ambos al unísono.


La ranita, que ya no pudo aguantar más necedades seguidas, se abstrajo del entorno y se sumió en profundas reflexiones, diciéndose al fin:



Un día de estos, cuando sea mayor como el tío Verrugas (sin esperar a que se me caigan las orejas), presumo que me sumiré en profundas reflexiones e inventaré el maldito cuento de "La ratita pre­sumida" y, después, me quedaré más ancha que un sapo con paperas.


Y fin.


Miguel Arnáu Marín